No hay nada que más me preocupe que un mal uso de algo que podría facilitarnos la vida. La moda sostenible pasa a los armarios virtuales.
Llevo años obsesionada con cambiar la forma de ver la moda y todo lo que conlleva su alrededor. Así hace meses, para Grenza, me lancé escribiendo varios artículos de moda sostenible.
En estos artículos hacía referencia a los términos “positive fashion” o “vintage clothes” como las claves principales que cambiarían la manera de ver el mundo de la moda.

La expresión “positive fashion” es muy utilizada por el British Fashion Council para denominar todas aquellas “buenas prácticas” en este sector. Hablamos de buenas prácticas cuando se tiene en cuanto el proceso de elaboración de una prenda, materiales utilizados para esa fabricación, proceso natural de elaboración… En este sentido, marcamos una directrices claras de sostenibilidad con el medio ambiente.
El segundo término al que hacía referencia en artículos anteriores, era la ropa vintage o de segunda mano. Esta manera de entender la moda es muy usada en otras capitales europeas como Berlín, París o Copenhague. En España, este término era poco valorado hasta hace décadas. Por suerte, hay un sentimiento cada vez mayor de optar por esta vía y apostar por ella a la hora de economizar y sacar nuestro lado más ecofriendly.
Internet se suma a esta corriente y con el fin de hacer la idea mucho más sencilla están surgiendo plataformas de armarios digitales. Es el caso del Chicfy.
Si hacemos una búsqueda por Internet, no tardaremos mucho en encontrar varias noticias sobre esta plataforma, la cual yo definiría como un fenómeno de moda sostenible virtual.
Muchos artículos son los que califican a Chicfy como el mercadillo de ropa más grande de España y es que con apenas cuatro años de rodaje, esta plataforma ha conseguido colarse entre los primeros puestos de ventas en ropa de segunda mano online.
Con aproximadamente dieciséis millones de prendas subidas, sus usuarios comparten las prendas a las que ya no dan uso, para dotarlas una segunda vida. Tanto personas de a pie como influencers y famosas de un gran prestigio, comparten sus armarios de manera diaria. Una manera ideal de recuperar algo de dinero en tu bolsillo y dar un segundo uso a prendas sin necesidad de producir más.
No debemos olvidar que el gran problema del mundo textil radica en la producción.
Lo interesante de este fenómeno no es sólo que podamos compartir prendas si no la facilidad con la que se maneja y la fiabilidad de esta.
Los usuarios suben sus prendas- no importa de la marca que sea– con un precio razonable. A partir de ahí los compradores interactúan con los usuarios temas de medidas, precios, estado del producto… Una vez se llega a un acuerdo, simplemente el usuario debe empaquetar el producto, ir a correos y enviarlo con un código.
La confidencialidad de los usuarios siempre está a salvo. Una vez el comprador reciba el paquete, todo queda registrado. Cada principio de mes, el usuario recibe el dinero de sus prendas vendidas. Así de sencillo.
Bajo mi punto de vista, es una de las opciones más cómodas encontradas hasta entonces.
¿Y vosotros? ¿Conocéis otra forma de contribuir con la moda sostenible? ¿Es Internet una herramienta que facilite el buen uso del término moda sostenible o por el contrario, crea necesidades?