¿Qué se os pasa por la cabeza cuando se nombra los años 80? Seguramente llamativas y excéntricas vestimentas, maquillajes y peinados muy revolucionarios.

Hay que considerar que en países como España, recién salida de una dictadura, muchos jóvenes valientes salieron a las calles a reivindicar su libertad social, económica y cultural.

De entre otros muchos motivos, de ahí nació la Movida Madrileña.
De este movimiento contracultural, surgieron muchas bandas del estilo “punk” y “glam rock”, llegando a alcanzar un papel importante el estilismo que usaban, donde se reflejaba la liberación y la alegría e intentando que los prejuicios de generaciones anteriores quedaran atrás.

Fueron muchos artistas los que, con sus estilismos, palparon esa época de descaro y brillantina, como Alaska y los Pegamoides, Parálisis Permanente, Kaka de Luxe, Locomia, etc. Pero si debemos destacar a uno, ese sería sin lugar a dudas el gran Tino Casal.

Considerado el artista más provocador, revolucionario e icónico de la Movida Madrileña, Casal conquistó España con su estética atípica y excéntrica entre el “punk”y “dandy”.

El gusto por las pieles, animal print, sus característicos guantes, excesivas hombreras y sus patillas delineadas, eran parte de su imagen.

Tino trajo de Londres su propio estilo, era la cuidad de sus sueños y como no, David Bowie era su referencia estética.

Diseñaba sus propios trajes y accesorios. Pintaba sus cazadoras de cuero y les añadía cadenas, serpientes, arañas, colores… Con spray, y otras técnicas inventaba diseños ingeniosos en sus zapatos. Las salamandras de cristales, objetos fetiches favoritos, eran habituales en sus estilismos.

Sus atuendos parecían sacados de una película de Ciencia Ficción o del mundo de los cómics.

Treinta dos años después, la estética de este creador nato nos sigue pareciendo excesiva, pero con un impacto que todavía a día de hoy nadie ha podido desbancar.

Por: Ruth Gutiérrez (@lalupetarantino)